lunes, 14 de febrero de 2011

TRES ROSAS ROJAS


             Tres rosas

Hace 42 años  tenia una novieta de apenas catorce primaveras, la conocí unos meses atrás en aquellos bailes que se celebraban en la calle al son de la orquesta municipal que entonaba pasodobles y vals mezclados con los ritmos juveniles de la época, era una chica sencilla, vivaracha y buena conversadora, así empezamos a compartir nuestros primeros escarceos amorosos.
Las primeras minifaldas, shorts ajustados dejaban entrever y provocar en mí, sueños concupiscentes y febriles de amor y deseos incontrolados, veía en sus labios la risa, en sus ojos la pasión, la inocencia de una niña que busca su príncipe azul para hacer realidad sus sueños.
Desde entonces la vida ha sido dura muy dura, mis sueños se hicieron realidad pero nunca tuve fuerzas para preguntar si los suyos se habían cumplido, nunca he hablado de ello, pero a veces pienso que he fracasado en el intento, creo que no he sido la persona adecuada, demasiado voluble, inestable, he volcado todo mi amor en ella, algunas traiciones por mi parte y muchos reproches entre ambos.
El amor se convierte en un estado de complicidad y estoicismo, dejando pasar lo que a veces puede ser imperdonable, no es mas cierto que el amor haya muerto, es otra forma de concebirlo, seguimos soñando pero no hay marcha atrás, aquellos besos robados y caricias en la butaca de un cine cualquiera, quedaron en aquellos días llenos de belleza, de deseos, de lujuria, de ilusiones.
Llegaron los hijos y con ellos otra forma de amar ya no era el amor incandescente de nuestra adolescencia, vinieron las responsabilidades y con ellas se apago el deseo, los bienes materiales y la lucha por conseguirlos termina matando el amor, el amor puro, el que no tiene nombre, el que se da sin nada a cambio.
Hace 42 años el día de San Valentín, había comprado con mucho esfuerzo un pequeño regalo que estaba muy de moda en la época; La medalla del amor, del amor eterno.__¡Hoy te quiero mas que ayer pero menos que mañana!
Arreciaba la lluvia, algo muy normal en el País Vasco, tomamos camino por un oscuro callejón que aun hoy día nos gusta recordar, la detuve, miré sus ojos llenos de luz y bese su boca con tanta pasión que me dolían los labios, le ofrecí mi regalo, un pequeño estuche nacarado, lo abrió y estaba vacío, no obstante estaba tan ilusionada que para ella cualquier cosa hubiese sido dada por buena, me amaba.
Pero mi susto fue tremendo al ver que la medalla se había caído en el barro, metí mis manos en el lodo hasta encontrarla, la limpie y al verla se abrazo a mí y me beso apasionadamente, nunca lo olvidare.

Hoy es trece de febrero de 2011, hoy también llueve, he comprado tres rosas rojas, una por cada uno de mis hijos, ellos son el reflejo de nuestro amor, ya no somos bellos ni jóvenes, pero Dios, estoy llorando, ella es mi amor, mi vida, siempre la amare, hasta el fin de mis días.

                 Tres rosas: Te quiero.
    Rafael

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