jueves, 25 de noviembre de 2010

El candil - Esta es mi historia pg.2


                                                 Capitulo I
   Esta es mi historia, la que siempre quise contar, la que nadie leerá, la que nunca será publicada.

   A principio de 1.900 Sabina tiene siete años, es pequeña para su estatura, fibrosa y vivaracha__.Es como una lombriz dice su madre__empieza a hacer las tareas de la casa, ocuparse de otra hermana mas pequeña, encender el fuego, ocuparse de las gallinas y de un cerdo que tarda en engordar porque tiene tanta comida como la que le falta a sus dueños.
  Rafael tiene doce años, es un hombrecillo que ejerce de labriego, corta tierras a pesar de su tierna edad, siembra y recoge cosechas; cebada, centeno, trigo, aceitunas y en otoño e invierno hace carbón de leña en los montes, semanas enteras sin venir a casa, durmiendo a la intemperie, lo que bueno sea para ganar un real y llevarse algo al puchero.
  Son tiempos difíciles__¿cuando no lo han sido?__ la Extremadura de los fuertes calores en verano, la escarcha y rocío de las duras mañanas invernales, el frío que te cala los huesos, te hiela el alma y no te deja respirar, son tiempos duros, sobre todo para los niños.

      
 Año 1.911.
 __Hola Rafael.
 __Hola Luis.
   Rafael miró de reojo al recién llegado, estaba sentado al lado de la chimenea, en una de sus manos unas tenazas con las que golpeaba el suelo, con la otra, mecía un niño de poco mas de un año y en el fuego cocía un caldero de bellotas, era la cena y comida para varios días, estaba cantando una canción, una canción que repetía siempre hasta la saciedad cuando pensaba.
                      __Oh que chaqueta tan mona
                          que bonito tiene el corte
                          dime con el pensamiento
                          donde has pasado la noche.
                      __La noche yo la he pasado
                          en el cuartel de la ria
                          con el sargento primero
                          de la cuarta compañía.
                      __Oh que chaqueta tan mona…
 __¿Que pasa Luis?
 __Pos que ma llamao el Mariano y ma dicho que tenemos los papeles, mañana salimos pa Irun y de alli que nos apañemos como pudamos pa llegar hasta la frontera de Alemania, el trabajo ya lo tenemos, la putá va ser llegar hasta allí, esta la cosa jodía.
 __Bueno Luis, lo importante esta hecho, tenemos los papeles y el trabajo, ya, ya nos apañaremos.
 __Pos hasta mañana Rafael, me voy a preparar los avios.
 
  La casa de Rafael,  era una casa construida en ladrillo de adobe y paja secados al sol, en los arrabales de aquella vetusta e histórica ciudad, que un día lleno sus calles y casas de un pasado esplendor.
  El hambre y la miseria roían sus paredes y sus cuerpos eran como pescados secos tendidos al sol. La esperanza se escapaba de aquellos hogares huyendo de tanta miseria, los niños nacían y morían como si un plan estuviese trazado para sumirlos en la más profunda de las tristezas.
  
  Rafael ahogaba sus penas en un vino barato y Sabina su mujer con dieciocho recién  cumplidos, cuidaba de dos hijos y trabajaba de labriega donde hubiese lugar, amamantaba hijos de quien le pagase por ello, dejando para los suyos las sobras de tanta pobreza. Ver morir un ser querido era doloroso y verlo vivir en la desnutrición y la miseria era perder la fe y la esperanza. Era un sin sentido la vida, en una persecución implacable de la muerte, como una tabla de salvación, para acabar con tanta desdicha.

__Sabina, Sabina, ya has oio lo que ha dicho el Luis, pos ala preparando los avios que mañana nos vamos pa Francia y una vez que estemos allí y tengamos to preparao, te aviso pa que te vaya con los crios.
 __Pero Rafael que trabajo vais a hacer allí.
 __Pos de momento vamos a cortar árboles, pinos o algo asi en los bosques, cerca de la frontera de Alemania, lo que sea con tal de salir de tanta miseria, que el vinu me mata y el ambri me muerdi las entrañas, que los crios no tien mas que ojos en la cara consumia y esus cuerpinos, que paece que la ropa estuviese colgá de una pua.
  __Que no Sabina, que no, que no aguantu mas, ala prepara los avios.

  Un relámpago, un trueno, pareció hundir las paredes de aquella vetusta casa. El estío cerraba sus puertas, al alborear de un otoño triste y lluvioso.


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