domingo, 5 de diciembre de 2010

El candil - Esta es mi historia pg.5


El trabajo de un leñador consistía en la limpieza y desbroce de la zona a abatir, un equipo de técnicos marcaba, señalaba y media los árboles y el propósito para los que iban a ser destinados. Los secos o enfermos se destinaban para leña y fundamentalmente para hacer carbón, el diámetro de corta de los pinos para madera, debía superar los ochenta centímetros, establecer una zona de caída y una de fuga para el arrastre de los mismos, que se realizaba con dos caballos de arrastre y si la madera era cortada en el lugar de origen para tableado, se hacían grandes haces de troncos a partir de un metro y medio de largo y se transportaban en trineos, schlitte, que se deslizaban por las vías de fuga especialmente preparadas para ello, podían incluso salvar grandes desniveles, colocando dos grandes troncos en el vacío, unidos por pequeños troncos transversales sacados de las ramas desechadas y deslizar por ellos los trineos, la realización de este trabajo era ardua y peligrosa. El guía del trineo se apostaba delante del mismo y se dejaba deslizar, utilizando sus piernas para el giro o frenada, pericia y fuerza se aunaban para conseguir la perfecta realización del trabajo.


  Según la capacidad de cada hombre se le asignaba un trabajo,  que tenia  que ejecutar a la perfección para el buen funcionamiento del equipo de corta y arrastre.

  Dependiendo de muchos factores el trabajo en los bosques se ejecutaba en desplazamientos de una semana al interior de los mismos, del 15 de Abril al 15 de Octubre, épocas en las que el rigor del clima era mas atenuado, en invierno los desplazamientos eran de un día , la nieve y el frío reinante impedían cualquier otra labor, se dedicaban a la limpia y poda de los montes o se hacia carbón con la leña obtenida.

   En los desplazamientos semanales, un leñador cargaba con un aprovisionamiento de víveres que consistía en 16 kilos de patatas, 2 kilos de pan,  750 gramos de mantequilla y ½ kilo de sal, algo de carne en sazón, una marmita para poder hacer una sopa o un puré patée, que los alemanes y alsacianos llamaban, stampfer. Se hacían cuatro comidas diarias, la primera a las seis de la mañana, otra a media mañana, a mediodía, a las 4 de la tarde y a las 8 de la tarde, las comidas consistían en comer siempre lo mismo con la variante de la forma de hacerlo, la posible carne para la marmita se obtenía muchas de las veces, con  la caza o animales aplastados por la acción de la corta, la comida se regaba con el agua de las fuentes que abundaban en el lugar, no se permitía el vino o la cerveza para evitar accidentes y sobre todo retrasos en el trabajo. La cuantía de una vida dependía siempre de la capacidad de trabajo de la misma.

  El salario de un leñador era de cuarenta a cincuenta francos por semana en verano, de cero a 20 francos en invierno, dependiendo de la producción y el clima, se adelantaba dinero a cuenta de la próxima corta.  Los tres habían llegado en época de frío y lluvias, el quehacer era menor y el sueldo escaso, la vida en aquellos bosques era monótona, sobre todo para Rafael que era el único casado de los tres y tenía que ahorrar para traer a Sabina y sus hijos.
  Luis y Mariano se planteaban otro sistema de vida eran jóvenes y solteros, se sabían relacionar con otros de su edad y empezaron a conocer chicas en el pueblo, en poco tiempo parlucheaban el Frances para defenderse y al no tener en común otra lengua que no fuese la del lugar, aprendían rápido.

Monsieur Dunier había notado buena mano en la realización del carbón de leña por parte de Rafael, oficio que había aprendido de su padre y que manejaba bien desde mozalbete, pasando largas temporadas en las dehesas extremeñas bien pobladas de encinas y robles, con cuya madera se hacia un carbón de mas larga duración pero con menos poder calorífico que el carbón de pino. De hayas y abedules eran ricos los bosques de la Lorraine, de cuya madera Rafael tenia menor conocimiento. Pero lo que bien se aprende nunca se olvida, Dunier deposito su confianza en Rafael y no quedo decepcionado. Semanalmente Luis y Mariano transportaban el carbón a unos depósitos de Loissey, para desde allí ser llevado hasta Bar-le-duc, cargado en trenes por la compañía maderera y ser distribuido para su uso en todos los hogares.

  Llegado abril la pequeña comuna volvió a moverse febrilmente, el trabajo y el dinero  llamaba de nuevo a sus puertas. Los hombres preparaban los caballos de tiro con el avant train, una especie de carro especialmente preparado para el arrastre, los schlitte, grandes sierras para dos hombres, hachas, gigantescas, podones y azadas de corte para la limpieza de los gigantes abatidos.
  Ingenieros y guardabosques se pusieron en marcha cargados con mosquetones para empezar a marcar y seleccionar la tala, los niños cantaban , corrían y reían con la llegada de la primavera, el sol volvía a iluminar todos los hogares, Rafael sonreía, muy pronto Sabina y sus hijos estarían con el, una nueva vida comenzaba para todos.

  

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