DOS VIDAS PARALELAS, DURRUTI Y JOSE ANTONIO
Fusil ametrallador "naranjero"
Es un misterio, hipótesis muchas, versión de los hechos miles; ¿Quien tiene la verdad?
__¡¡¡Si estas vivo y tienes la respuesta, levántate y anda!!!
"La muerte del general anarquista Buenaventura Durruti"
El día 19 de noviembre de 1936 amaneció Madrid bajo una lluvia torrencial y con una fría temperatura. Durruti dio las órdenes pertinentes a Miguel Yoldi, que sería quien dirigiría los movimientos de la columna. Las fuerzas designadas para atacar el Hospital Clínico estaban formadas por cuatro compañías, que actuaban bajo el mando de oficiales profesionales.
El ataque se inició bien, pero después no se siguieron las órdenes de Durruti, referentes a ocupar los sótanos del edificio, y los asaltantes de los diferentes pisos perdieron el contacto. Con el apoyo de las Brigadas Internacionales hacia el mediodía, quedó restablecido el contacto, bloqueando los subterráneos, quedando los defensores del bando nacional aislados en la parte alta del edificio.
Conseguido esto, Durruti se dirigió al cuartel de la calle Miguel Ángel donde comió algo y se ocupó de dictarle a Mora la orden de relevo que debía ser firmada por el general José Miaja Menant. Cuando Durruti se disponía a salir del despacho llegó Antonio Bonilla, enviado desde la Ciudad Universitaria por Liberto Roig para comunicarle que las gentes que habían ocupado los bajos del Hospital Clínico querían abandonar el edificio. Durruti ordenó a su chofer Julio Grave, que preparara el coche para dirigirse inmediatamente hacia el Hospital Clínico. Durruti se sentó al lado del chofer, ocupando el asiento de atrás José Manzana, Antonio Bonilla y Miguel Yoldi
Según el testimonio de Julio Graves, los hechos se desarrollaron de la siguiente manera:
«Llegamos hasta la Glorieta de Cuatro Caminos, y desde allí descendimos por la avenida de Pablo Iglesias a toda velocidad. Pasamos un bloque de pequeños hoteles, situados al final de la avenida, y después nos dirigimos hacia la derecha. Al llegar a la altura de una calle ancha, vimos a un grupo de milicianos que venían en nuestra dirección. Durruti creyó que se podía tratar de muchachos que se alejaban del frente. El lugar estaba continuamente cubierto por los disparos procedentes del Hospital Clínico, tomado desde hacía días por los moros y desde el que se dominaban los alrededores. Durruti me hizo detener el coche, que yo situé en la esquina de uno de los hotelitos como medida de precaución. Él se apeó del coche y se dirigió a los milicianos, preguntándoles adónde se dirigían. Como ellos no supieron muy bien lo que responder. Durruti les ordenó que regresaran al frente… Los milicianos obedecieron y Durruti volvió hacia el coche. Desde la gigantesca masa roja del Hospital Clínico, los moros y la Guardia Civil disparaban de una forma encarnizada. Cuando Durruti llegaba ya a la portezuela del vehículo, le vimos desplomarse, herido en el pecho. Manzana y yo descendimos por detrás del coche y lo trasladamos sin pérdida de tiempo al interior. Hice dar la vuelta al coche y, maniobrando lo más rápidamente posible, me dirigí a toda velocidad hacia el hospital de las milicias catalanas en Madrid».
El cadáver de Durruti
Según el chofer, tardaron alrededor de veinte minutos en llegar al hospital, que se hallaba instalado en el hotel Ritz. Durruti fue llevado a un quirófano, donde estuvo hasta las cinco de la tarde, momento en que fue trasladado a una habitación del primer piso. Los doctores Martínez Fraile, Manuel Bastos, Monje y Santamaría, tras examinar concienzudamente la herida, determinaron que ésta era mortal de necesidad y que toda intervención quirúrgica era inútil. El diagnóstico final fue de “muerte causada por una hemorragia pleural”. El proyectil se encontraba alojado en la región del corazón. Los médicos redactaron un informe en el que se especificaba el carácter de la herida y la trayectoria de la bala, pero no el calibre de ésta, puesto que no se había procedido a la extracción ni hubo tampoco autopsia.
Durruti perdió el conocimiento alrededor de la medianoche. Después cayó en estado comatoso, prolongándose su agonía hasta las seis de la madrugada. Durruti había muerto. Era el 20 de noviembre de 1936, la misma fecha y casi la misma hora, en que José Antonio Primo de Rivera era fusilado en Alicante.
El entierro de Durruti
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