jueves, 27 de enero de 2011

Entre Sancho y Don Alonso - LA JUBILACION

                                                           LA JUBILACIÓN
Bueno pues hallabame en este estado tan peculiar en mi de tener la mente ocupada en tantas cosas, que de ninguna me fuere dada buena cuenta.


__Sabed vuestra merced Don Alonso que el dueño de vidas y haciendas de estas tierras, Don Rodriguez Zapatero,__ si aquel bastardo que Don Rodrigo hubiere en sus correrías, que por apartarlo de relación alguna, diole el apellido de su servil vasallo, el que proporciona de calzas el castillo, mas conocido como "La Moncloa", que parece tener nombre donde a los ahorcados se les diese final.
__Tenga a buen saber, que decreto ha pactado con logias que controlan las parcelas inquisitoriales de nuestras almas, dice ser logias, que se hacen llamar sindicatos y que tienen a bien controlar a los vasallos y labriegos, para que no pequen de abstinencia al hallarse la gula controlada, que los tiempos que corren no son buenos para la servidumbre, véalo en vuestra merced, que no me paga un maravedí de tiempos en los que la holganza, tenia sitio en su faldriquera.
__La ley dice que hubiere de pagar prestados a la hacienda durante años, treinta y ocho y un medio que le pusieren, para cobrar jubilación alguna, pues mire vuestra merced que en mi persona que trabajé y anduve en los caminos desde tierna edad, hallome en los sesenta y cumplidas todavía no tengo tan altas prestaciones.
__Ni día ni hora perdida de trabajo pudiere uno permitirse, si el gobierno en buena hora tuviese a bien de guardar el rebaño, dándole quehaceres para que la mala fortuna no entorpeciese nuestra vejez a la hora de recibir nuestras prebendas, bien ganadas y pagadas en la previa, que angustias ya nos depara el trabajo, piense vuestra merced, que algún bien debamos tener en nuestra vejez.

__¡Ay mi querido Sancho!__Tu ignorancia te lleva a divagar y no saber que el Señor tiene que vivir con holganza y el vasallo con tan misera vida ya pasada, que puede esperar de la dicha futura que no sea peor que morir sin las calzas, que ganó para andar los caminos y si no pudiere hacerlo malaya su suerte, porque al final de lo andado, solo espera la muerte.
__Me ha consolado vuestra merced con su argumento, pero si de algo me precio aunque vasallo, puedo ser tonto, pero no mas que mi jumento, por tanto paguéme las algaradas de esta dicha, que la horca huele a Señores y a desdicha.


Texto integro de Rafael Valiente Ortiz

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